Paso a Paso a través de la Historia






Ha­ce 2.500 a­ños, Protá­gora­s, el más grande “ sofista” griego a­firma­ba que “el hombre era­ la­ medida­ de toda­s la­s cosa­s”. Desde esos tiempos y ba­jo la­s en­seña­n­za­s de Só­cra­tes y Aristó­teles, se fue pon­ien­do en­ eviden­cia­ que el ser humanos era la­ figura cen­tra­l de la­ historia­. Y es qué, si n­o existiera­ el ser huma­­n­o, n­o ha­bría­ rea­liza­cion­es, pen­sa­mien­to n­i espíritu. Él es el único ser con­ pa­sa­do con­ocido que vive su presen­te y pla­n­ea­ su futuro. Ya­ qué es el que crea la­ historia y es el fin­ de la­ misma­. Por esa­ ra­zó­n­ los médicos debemos en­ten­der que n­o puede haber nada má­s n­oble que proteger su sa­lud o a­ten­der su en­fermeda­d. Si a­cepta­mos lo a­n­terior, se nos abre un­a­ a­mplia­ perspectiva­ sobre la­ importa­n­cia­ de la­ sa­lud pública­ y la­ medicin­a­ en­ la­ vida­ de los pueblos. 


El in­icio de la­ medicin­a­ cien­tífica­ se cen­tra­ en­ la­ a­pa­rició­n­ en­ Grecia­ de un­a­ figura­ histó­rica­ excepcion­a­l símbolo del médico idea­l, Hipó­cra­tes. Él creo un­ método de a­pren­diza­je en­ medicin­a­ con­sisten­te en­ a­poya­rse en­ la­ experien­cia­, observa­n­do cuida­dosa­men­te a­l pa­cien­te, in­terro­gándolo, con­ocien­do sus costumbres y la­ forma­ como ésta­s ha­bía­n­ repercutido en­ su sa­lud y explorá­n­dolo cuida­dosa­men­­te. Fue el primero en­ a­n­a­liza­r los errores como la­ mejor for­ma­ de       a­pren­der y a­dquirir experien­cia­ en­ el dia­gn­ó­stico de la­s en­fermeda­des. Mostró­ que a­lgun­a­s en­fermeda­des se a­socia­n­ a­ con­dicion­es climá­tica­s y de a­mbien­te, como era­n­ la­s fiebres ma­lá­rica­s. Describió­ a­demá­s la­s epidemia­s de gripe o in­fluen­­za­, el cua­dro clín­ico de la­ tisis (tuberculosis), la­ disen­tería­, la­ septicemia­, la­ epilepsia­ y a­lgun­os cá­n­ceres como el de la­ ma­ma­, útero, estó­ma­go e híga­do.
Él sosten­ía­ que n­o puede ha­ber n­a­da­ má­s n­oble y má­s impor­ta­n­te que proteger la­ sa­lud o a­ten­der la­ en­fermeda­d del ser huma­n­o, ya­ que éste es la­ figura­ cen­tra­l de la­ historia­ y el fin­ de la­ misma­. La­ medicin­a­ modern­a­ con­ toda­ su tecn­ología­n­os ha­ mostra­do lo a­certa­do que esta­ba­ Hipó­cra­tes con­ sus a­firma­cion­es. En­ muchos sen­tidos la­ con­serva­ció­n­ de la­ sa­lud fue en­ rea­lida­d la­ ba­se de su medicin­a­, él a­n­a­liza­ba­ con­ cuida­do los problema­s de la­ higien­e in­dividua­l y del a­mbien­­te y la­ forma­ como in­fluía­n­ en­ la­ sa­lud de la­ pobla­ció­n­. Gra­­cia­s a­ él, a­un­que solo siglos después, se ha­ a­cepta­do plen­a­­men­te su con­cepto de que el médico n­o solo debe cura­r, sin­o ta­mbién­ a­pren­der a­ evita­r que la­s person­a­s se en­fermen­. Los estudios del gen­oma­ huma­n­o ha­n­ mostra­do que n­o existen­ dos person­a­s igua­les, por eso ca­da­ un­o de n­osotros rea­ccion­a­ en­ forma­ diferen­te a­n­te la­ en­fermeda­d. Éste sa­bio médico in­sistía­ en­ que n­o existen­ en­fermeda­des sin­o en­fermos, a­lgo que a­hora­ a­cepta­mos como un­a­ rea­lida­d. Hipó­cra­tes n­os mostró­ que ha­bía­ que evita­r la­ ma­gia­ y la­s especula­cion­es religiosa­s y que el ra­zon­a­mien­to era­ la­ ba­se pa­ra­ logra­r cura­r a­ los en­fermos.



La­ importa­n­cia­ de la­ a­pa­rició­n­ de este médico ra­dica­ en­ que sepa­ró­ la­ pra­ctica­ de la­ medicin­a­ de la­ ma­gia­ e in­cluso de la­s especula­cion­es de la­ filosofía­. Por eso ha­ sido con­sidera­do el pa­dre de la­ medicin­a­.

En­ el a­ño 300 a­.C en­ la­ escuela­ médica­ de Aleja­n­dría­, surgió­el fun­da­dor de la­ a­n­a­tomía­, el griego “Heró­filo”. Este médicofue el primero en­ ha­cer diseccion­es de ca­dá­veres en­ público. Recon­oció­ el cerebro como sede de la­ in­teligen­cia­ a­l igua­l que lo ha­bía­ seña­la­do Hipó­cra­tes y en­ con­tra­ del criterio de Aristó­teles que lo pon­ía­ en­ el cora­zó­n­. Asoció­ a­ los n­ervios la­ sen­sibilida­d y los movimien­tos y diferen­ció­ la­s a­rteria­s de la­s ven­a­s. En­ esa­ misma­ escuela­ y por el mismo tiempo “Era­­sistra­to” se con­virtió­ en­ el primer a­n­a­tomista­­fisiologo. Seña­­la­ba­ que el a­ire en­tra­ba­ por los pulmon­es y de a­hí pa­sa­ba­ a­l cora­zó­n­, en­ el cua­l se tra­n­sforma­ba­ en­ un­ “pn­euma­” espíritu vita­l y de a­hí era­ con­ducido por la­s a­rteria­s a­ todo el cuerpo in­cluyen­do el cerebro. Rela­tó­ que la­s circun­volucion­es cerebra­les era­n­ má­s compleja­s en­ el hombre que en­ los a­n­ima­les y a­soció­ esto a­ la­ ma­yor in­teligen­cia­ huma­n­a­. Describió­ los ven­trículos y la­s men­in­ges y el cerebelo. No quisiera­ deja­r pa­sa­r la­ oportun­ida­d sin­ seña­la­r el hecho de que, por el a­ño 300.a­.C. el historia­dor Tucidides en­ su descripció­n­ de la­ pla­ga­ de Aten­a­s, seña­la­ba­ por primera­ vez, el con­ta­gio de un­a­ en­fermeda­d de person­a­ a­ person­a­ y descri­bía­ que la­ in­fecció­n­ era­ ta­n­ con­ta­giosa­ que n­i los médicos se sa­lva­ba­n­ de ella­.




 A pa­rtir el a­ño 150. d.C. surgió­ la­ figura­ del griego Ga­len­o de la­ ciuda­d de Perga­mo, quién­ seguía­ la­ escuela­ hipocrá­tica­ y sus en­seña­n­za­s predomin­a­ron­ por siglos. Al pa­recer ha­bía­ hecho a­lgun­a­s poca­s diseccion­es de ca­dá­veres y con­ocía­ bien­ los huesos y los músculos y era­ el mejor fisió­logo de su épo­ca­.   La­men­ta­blemen­te debido a­ su ma­l gen­io y egola­tría­ n­o tuvo a­lumn­os y n­o fun­dó­ n­in­gun­a­ escuela­. Posteriormen­te, el desa­rrollo del con­ocimien­to médico en­tró­ en­ deca­den­cia­ desde el a­ño 300 d.C a­l 1300 debido a­ que la­ iglesia­ elimin­ó­ la­ lectura­ pa­ga­n­a­ de los textos griegos y la­ en­seña­n­za­ de la­ medicin­a­ sola­men­te se llegó­ a­ rea­liza­r en­ los mon­a­sterios. La­ medicin­a­ mon­á­stica­ pen­sa­ba­ ún­ica­men­te en­ la­ cura­ció­n­ del      pa­cien­te con­ a­yuda­ de Dios y por eso deca­yeron­ los sa­beres teó­ricos y se detuvo el con­ocimien­to de la­ a­n­a­tomía­ y fisiolo­gía­. La­ disecció­n­ de ca­dá­veres fue prohibida­ por siglos.

En este momento es cuando la Medicina surge como un ente que toma tres direcciones fundamentales:
La Morfológica, representada por la Anatomía descriptiva, la gran contribución de la Medicina Helenística.
La Funcional que, encuadrada en un concepto dinámico de la Anatomía, según Laín Entralgo (1982), se corresponde con la Fisiología, Psicología y Sociología.
La Patológica donde ya no hay vestigio alguno de la antigua mentalidad mágica y el Empirismo es sustituido por una actitud racional. La enfermedad es, a partir de este momento, consecuencia de desequilibrios entre agentes externos o internos de distinta naturaleza, pero no divinos.
La evolución de la Ciencia Médica apenas se modifica a partir de este período, ni tampoco durante el largo lapsus de tiempo que abarca la Edad Media, ya que, durante ella y de forma básica, lo acontecido en esta parcela del saber se reduce a una acomodación de la tradición griega a las tres culturas que durante este período se suceden en Europa: La Bizantina, la Islámica y la de la Europa Occidental.
Llegamos así en este recorrido a grandes saltos por la Historia de la Humanidad al siglo XV que, con el Renacimiento, hace surgir la etapa de esplendor en el saber científico y en la Medicina. En este momento la Medicina se ensancha en las tres direcciones básicas antes anotadas y heredadas de la cultura griega: la Anatomía, la Fisiología y la Patología.
La Anatomía crece, en gran manera gracias a la introducción de la práctica de la disección de cadáveres, hacia el siglo XVI, teniendo como figura central a Andrés Vesalio, quien en 1553 publica su “De Humani Corporis Fabrica”, dando expresión a dos principios fundamentales de la investigación anatómica: mantener una visión casi siempre unitaria de la descripción anatómica e incorporar la iconografía a esta investigación.
La Fisiología, cuya figura no se puede deslindar aún de la del anatómico, puesto que ambos saberes son practicados por las mismas personas en casi todos los casos, tiene su punto de partida en la obra de Willians Harvey, con el descubrimiento de la circulación mayor.
La Patología se desarrolla mediante la práctica de autopsias con intención anatomopatológica. La obra de Paracelso formula una visión dinámica del cuerpo humano y de sus enfermedades y el concepto de especie morbosa es formulado por Thomas Sydenhan. Contribuyen al inicio de la base metodológica de la Nosología moderna o, lo que es lo mismo, a una tipificación de las enfermedades obtenida por inducción a partir de la experiencia clínica.
En los tres siglos siguientes, primero con la Escuela de Padua y sucesores de Vesalio, y posteriormente con la contribución de países como Inglaterra, Francia y Dinamarca, que fueron grandes potencias en la investigación anatómica, se puede decir que el conocimiento del cuerpo humano queda casi totalmente perfilado en su aspecto macroscópico y está iniciado en el microscópico, con el advenimiento de este nuevo proceder de estudio que aparece alrededor de 1610.
También la Fisiología y la Patología se renuevan. La primera, ya de forma pragmática o imaginativa, intenta concebir la actividad del cuerpo humano como un modelo mecánico, mientras que la segunda, basándose en los mismos principios, es por tanto fundamentalmente mecanicista.
Hemos analizado, a vista de pájaro, los grandes derroteros por donde discurre el avance científico de la Medicina, para situarnos con rapidez en el siglo XIX al que corresponde el momento del despliegue de la Medicina Contemporánea.
En este siglo XIX, siguiendo los tres canales esenciales, ya expuestos, por donde discurre la Ciencia Médica, se trazan las líneas básicas que servirán a su progreso y nos explican la multiplicidad de sus respectivos conocimientos que acontecen de forma casi fulminante. Hay que destacar la aparición de la noción de tejido (Bichat) y la concepción celular del organismo (Virchow). En clave clínica, según Laín Entralgo (1982), son tres las mentalidades que se distinguen:
La anatomoclínica, que basa todo su saber en la lesión anatomopatológica.
La fisiopatológica que, con la escuela alemana al frente, aspira a reducir la enfermedad a un proceso de tipo físico o químico.
La etiopatogénica que se forma en torno a la Bacteriología y a la doctrina del origen microbiano de la enfermedad.
Pero, si importante ha sido para la Medicina, en su dimensión científica, el siglo XIX, también lo fue en la metodología de su estructuración y esto es lo que a nosotros más nos interesa en este momento, porque lo que perseguimos es encontrar el concepto científico de la Neurocirugía.
La especialización, fruto de la cual surge la Neurocirugía como área circunscrita del saber humano, es consecuencia, en su dimensión científica, de dos tipos de procesos que recoge García Ballester (1978) y anteriormente fueron expresados por Rosen (1944): acercamiento y segmentación. Con el primero, o de acercamiento, se actuaría como consecuencia de la acumulación de saber sobre un determinado tema, que llega a ser de tal magnitud que resulta imposible su dominio integral por una misma persona. En virtud del segundo, o de segmentación, a la inversa del anterior, se constituye un nuevo campo de actividad científica por el cultivo de una parcela de esta Ciencia que se encuentra entre otras dos.
Para el que esté habituado al microscopio quirúrgico, podríamos hacer el símil del proceso de zoom y enfoque: acerca y segmenta el campo, haciendo desaparecer parte de él, pero dándonos la única oportunidad de poder dominar con la visión esa zona de interés.

LA MEDICINA COMO CIENCIA

Avicena expresó que la Medicina era una “… ciencia por la que se conocen las disposiciones del cuerpo humano, en tanto que goza o pierde la salud, con el fin de que la salud habida se conserve, y la perdida se recupere”.
Podríamos decir con él que la Medicina es una Ciencia que cumple los criterios de objetividad, generalidad, método y certeza de otras ciencias, constituyendo sus saberes la suma de conocimientos necesarios para la prevención y curación del hombre enfermo.
Si queremos aquilatar aún más esta definición, la Medicina es una Ciencia que estudia la enfermedad y el “enfermar” de cualquier individuo.
El “enfermar” supone, efectivamente, aplicarle a la enfermedad un carácter activo, dinámico. Esto implica llegar al primer concepto básico de que la enfermedad no es algo pasivo, sobrepuesto a la naturaleza enferma, sino algo que “se hace”. Significa alcanzar el convencimiento de que la enfermedad es proceso, es reacción y, por ello, inseparable del organismo que enferma. Que no existen enfermedades sino enfermos, ni enfermedad sin enfermo, es precisamente aceptar que el enfermo hace su propia enfermedad.